Eduardo F. Naranjo C.
Describir una urbe escarbando recuerdos para construir
un pasado, que es historia, y enlazar vivencias de personajes con típico humor
quiteño, es obra de prodigiosa memoria y creatividad, con la que Nicolás Jiménez Mendoza
cuenta las peripecias eróticas de quienes circulaban por la capital en aquellos
nostálgicos años sesentas y setentas.
Su última obra “La Vía Nocturna” recorre las noches
bohemias de cabarets y cantinas que envolvían la ciudad esos días, donde un “chulla”
del barrio de “San Roque” narra sus percepciones y aventuras matizadas por la
sensualidad reprimida que marcaba a los jóvenes, cuando la sociedad estaba atenazada por
creencias religiosas y morales fabricadas.
Este viaje por las noches de la ciudad, con tantos
personajes y apodos, recordará a quienes estuvieron allí, en ese viejo Quito, como eran
las cosas. Jiménez detalla calle por calle, esquina por esquina, cantinas de bohemios
atormentados, clubes nocturnos en toda la periferia, donde desfilan mujeres de toda
talla, arrastrando penas y alegrías en una maraña de situaciones; de igual forma jóvenes en
busca del “amor”, que ingenian mil formas para lograr sus propósitos.
En esta obra de aventuras eróticas también aparecen
personajes reales de la política, que son descritos con sus propios “atributos” y
acciones acertadas y desacertadas. Es un relato que gustará mucho a todos quienes recorrieron
esas calles y burdeles de diferente calado, donde encontraron aquello que pudieron y
desearon. Reverdecerán las neuronas un tanto marchitadas por el tiempo, pero grabadas de
recuerdos de una vida que fue. Los jóvenes de hoy sabrán la historia oculta de sus
antecesores. Contiene además un plano
del Quito de entonces, donde se marcan con precisión
aquellos “lugares de placer”.
Publicación tomada de Diario La Hora, viernes 7 de marzo del 2014
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