lunes, 1 de febrero de 2010

DESDE EL PIE DE NUESTRA SEÑORA DE LOS MAGOS



Hoy que abro este espacio para que mi voz suene, debo decir que desde el borde, donde habito, el transcurrir del mundo se muestra arrasante: aquello que le pertenece vertiginosamente entra en su espiral y aquello que le es ajeno es rechazado con la misma fuerza.
Este filo, al pie de María de los Magos, me pone del lado de los buscadores de la verdad, aquí en este margen he hecho mi trabajo, y
ahora voy a compartir opiniones, dibujos y una que otra poesía.

Espero que "Qué culpa tiene la estaca" sea una buena piedra desde donde comenzar a levantar una montaña o extender un camino o lanzarla a ella misma.

¿Ellos y ellas? género y habla

En el lenguaje público, y como logro de una lucha feminista, se utiliza
y enumera a hombres y mujeres como evidenciación de lo femenino
llegando a un maltrato del lenguaje que alcanza altos niveles de ridículo. La intención primera, entiendo que era para reinvindicar un trato igualitario hacia las mujeres, contra su invisibilización y sumisión a lo masculino, androcéntrico, pero me parece que la vía de exponer en el lenguaje esta forma de reinvindicación sociocultural está reflejando una realidad: que la frivolización del uso (ellos y ellas, niños y niñas, los y las jóvenes, ancianos y ancianas, los y las indígenas, todas y todas...) le hace perder el equilibrio por un habla prejuiciada.

Si quisieran ser consecuentes con esta visibilización de las mujeres en el lenguaje, sus defensoras y defensores deberían proponer cosas como que la Capilla del Hombre se llame ahora capilla del Hombre y la Mujer. Un usuario frecuente de estas expresiones, Javier Lasso, llegó al extremo, en una entrevista que hacía a miembros del PAE (Protección Animal Ecuador) referirse a los cánidos como los "perros y perras, perritos y perritas de la calle"(!!!).
Muchas veces ya se ha dicho en el habla popular que si así se reinvindica a las mujeres, que lo propio se haga con los hombres: El profeta se vuelva profetizo (profe Tizo como diría Derbez) el poeta, poeto, y el cariñoso apelativo de chapa para el policía hombre quede solamente para la mujer policía y él se haga chapo.

La cuestión es de fondo, cuando se respeta a las mujeres el lenguaje lo dice; cuando se les hace transparentes (como ha sido el caso) también es así, pero de ahí a esa imposición cansina que llega al chiste, nos vuelve chistosas y chistosos.

Serenémonos, nosotros (también me incluyo) somos, en primer lugar, humanos, la misma clase, el mismo género, y en base a esa unidad y sentido podemos tratarnos como semejantes.

Rita Merino Utreras