sábado, 12 de diciembre de 2009

Un poema de César Eduardo Carrión



Lo llamó ¿Captatio benevolentiae? en latín e interrogando, como para que pocos se enteren de que está pidiendo cínicamente una benevolencia que no necesita. Es el poema inicial e introductorio de Limalla Babélica, el libro que se sirvió enviarme, editado en el presente año.

Emite, con destellos irónicos, un plan para los que conquistan el yermo plantando yerbas nuevas. Pero advierte:

Antes de cualquier invocación, en este mínimo pedazo de desierto,
encuentro todo el territorio necesario, para aprender a callar
.

Y de golpe nos instala en la poesía. Porque no hay poesía si es que la palabra no vuelve a crear el mundo, y no nos deja en medio de la creación para que nos admiremos de que todo tiene nombre nuevo. Y es así que, para Carrión el mundo apenas es cierta parcela de desierto donde es factible y tiene que darse el silencio de su poesía. Paradoja. Porque entre lo hostil de esa pequeña dimensión se abren paso caravanas febriles y se fundan repentinos oasis.

Precisamente en la realidad de arena seca y espacio reducido, el poeta, que no está solo sino entre nuevos anfitriones, va a lo suyo:

Pronuncio las palabras permitidas.....
son las oraciones privativas del que toma por sorpresa todo yermo
y pretende sembrar y aguardar la cosecha
y conjura entre las rocas nuevas yerbas.

Se habría podido decir de otro modo que contra el yermo vale la paciente siembra y la novedad de la vida. Vieja sabiduría. Pero tan bellamente es difícil que se diga.

Atrapado en la maraña de la vida que parece existir de la nada, se despoja también de la herencia, al profeta no le sirve poseer lo estéril. Ya tiene el verbo creador conque lo agraciaron unos dioses lenguaraces y prefiere fecundar los caminos grano de arena, por grano de arena, por grano de arena...

Y el profeta triunfa, se siente complacido, comprometerá su palabra en los términos de este designio trascendente, invita incluso a los que incursionarán en el futuro a Que beban de las fuentes victoriosas. Las fuentes que surgirán de su creación, así como oasis, yerbas, vida.... Su poesía fecunda, sin falsa modestia.

Está completamente encaminado César Eduardo Carrión. No hay otro camino que el absolutismo para la poesía. El compromiso radical, la marginalidad respecto de los anfitriones que esterilizan al mundo e invitan a esterilizar. Y qué bien que se pueda ser radical como Carrión, y a la vez gentil, buceador en lo absoluto: todo el territorio..., todo yermo..., todas las dunas..., complicado y simple, un poeta.

Diciembre del 2009

Nicolás Jiménez Mendoza

jueves, 19 de noviembre de 2009

EL VIAJE RARO DE GUERRERO OBANDO Y LAS PARTES RECÓNDITAS DE ÉL MISMO

Voy a ocuparme de unos libros que fueron valorados más que el último que yo publiqué este año. Entiendo que fueron considerados superiores y por eso la Casa de la Cultura de Quito y otras editoriales, que también se ufanan de escoger -dizqué- lo mejor, los auspiciaron, distinguieron con sus sellos y pusieron la plata para su impresión.

Vamos a ver cuán superiores son esos libros, cuyo autor, jefe de publicaciones de la Casa de la Cultura, junto con una lectora que hizo un informe ad hoc para la exclusión del mío y el presidente de todo el embarre, Marco Antonio, descalificó mi novela La Obra y los duendes ecuatoriales. Se trata del doctor Fabián Guerrero Obando, de quien he leído sus tres últimas publicaciones: El Viaje, Casa de la Cultura, Quito, 2003; Las Partes, Noción Imprenta, 2006; y Zanja, Eskeletra Editorial, 2009.

Guerrero ha comenzado a publicar desde 1995, qué casualidad también yo publiqué mi primera novela en ese año, Sara. Pero él es nacido en el 59 y yo en el 41; para mí, él sigue siendo un bisoño audaz, al creer que todos somos zonzos.

Si Guerrero ha afirmado que mi novela tiene inconsistencias, no veo por qué no pueda yo interesarme en ver si la poesía de él tiene algunas, pues no hay que andar por ahí mirando la paja en ojo ajeno si carga uno una viga en el suyo.

Comenzaré por el primero de estos tres. El Viaje es un libro de 29x21 centímetros, más grande que lo normal que es 21x16, con lo que no se desperdicia papel, como es el caso de ese viaje que además lleva cuché fino y caro. Contiene reproducciones de ocho tintas del pintor Oswaldo Viteri. Fue publicado por la CCE en el 2003, cuando era presidente Raúl Pérez y secretario Marco Antonio Rodríguez (o sea, ya era la misma cosa). Tiene exactamente 40 hojas (80 páginas) y en ellas nada más que cuatro páginas y un poquito más de versos del poeta Guerrero. ¡Cuatro páginas y un poquito más, si hubiesen sido escritos con letra Sans Serif tamaño 10! Transcribí todo el texto con este tipo de letra, me tomé el trabajo, y encontré este resultado; pero aún con la letrota que lleva la publicación de la CCE, tampoco supera las diez. Este análisis comienza mal, es cuántico y no sobre calidad, dirán algunos, entre ellos Guerrero, por supuesto.

Sin embargo, creo que es importante destacar que hay aquí una actitud presuntuosa y cara, del autor y de su editorial. Debieron tener tal actitud y por eso nos han presentado así aquellos versos, como diciendo “merecen más que otros”, como los de Jorge Carrera Andrade, César Dávila Andrade, David Ledesma, Gonzalo Escudero y decenas, cuyos primeros poemarios tengo ante mis ojos, en la estantería, y están en sobrias ediciones de la CCE (cuando tenía otros presidentes). No la misma Casa que hoy ha hecho, con fondos públicos, la faraónica edición a que nos estamos refiriendo. Se trata de saber por qué Guerrero, jefe de publicaciones y Rodríguez -inefable presidente- de esta CCE, prefierieron publicar algo como El Viaje al costo de otros libros y otros autores. Porque la cuestión parece ser que El Viaje costó como tres libros, normales, de otros poetas.

A lo mejor responden a este comentario publicando, por décima vez, la lista de libros que la CCE ha editado, de autores vivos y muertos, lo que está bien, para eso maneja los fondos que la sociedad les provee. Pero esto no cambia la naturaleza del caso típico que analizamos, que ha pasado muchas veces, sin que se hayan hecho públicas las correspondientes quejas. Cierto. Pero ahora me da la gana de quejarme y lo hago frontalmente contra los abusivos de turno. Lo hago con pleno derecho. Alguien debe decirles estas cosas. Durante tres años esperé a que la CCE (entre otras burocracias) publicara mi novela y no solamente que se negó a hacerlo sino que intentó desprestigiarla a fin de justificar su exclusión. Ya apareció La Obra y los duendes ecuatoriales y cualquiera puede enterarse de la verdadera razón por la que se negó a publicarla: muestra las vergonzosas adhesión de ciertos burócratas culturales (íntimos entre ellos) al corrompido poder político de fin de siglo y la crítica social a ese oportunismo.

Ya recibí la noticia (me escribió la secretaria de Rodríguez) de que, tanto él (el de Jaula ) como Guerrero se han cuidado de no usar el sello de la CCE para últimas publicaciones. Como si no supiéramos que, con el influencia de los cargos y el poder de los contratos (hoy por ti mañana por mí, ayúdame que yo te ayudaré, toma y daca, amor con amor se paga, etc.), se consigue el efecto positivo de que otros, desinteresadamente, por puro reconocimiento de méritos, publican y republican textos cuestionables.

Bien. Adelante con El Viaje. No es un libro bello “objeto”, es de mal gusto, Y que me disculpe Viteri, de quien han colocado allí unas tintas que originalmente midirían lo que un pliego entero de cartulina, pero en las dimensiones del libro se ven morosas. El concepto mismo de “libro objeto” es una tontería posmoderna. Así que vamos viendo si la poesía de Guerrero merece un tratamiento tan fastuoso. Y desde luego que no lo merece, en verdad ninguna poesía lo requiere ni lo merece dignamente.

Tengo que reconocer que en El Viaje hay cierta poesía:
“El día repta
se arrastra por la pátina de la memoria.”
...................
“Se sienta en la parte envidiada del jardín, calmo,
y acaricia su corazón”
.......................
¿Quién bucea tan hondo
en la antigüedad de este cuerpo?
......................
“Escribir viento o golondrina o lluvia,
y acertar que no fue vida.”
.......................
“Anochece.
Pecho húmedo de llantos,
rezos,
túnica y desvelos.
Perpetua abnegación hundiéndole.”
.......................
“Carne moribunda, húmeda
tesoro del asesino
enrollándose en sus dedos.”
.......................
“El hueco de la escalera estaba lleno de brazos
cruzados
rojos
y de fúlgidas amapolas, obstinadas.”
.......................
“Así empieza a hacer agua el hombre
así gime a medianoche,
así se extenúa y se exprime.
Lenta apaciblemente.”
........................
“Y el viento cava,
se vuelve hueco solo, sombra de su leve voz
¿Canto o agonía?”
.........................
“¿Quién es ese asesino
que martilla mi corazón
apacible
privadamente?”

Bonito, sin duda, tampoco se puede decir que es poesía mayor, pero va bien y hay que reconocerlo. Pero es todo, el resto es paja y algo peor, yo diría parafraseando el informe que sobre mi prosa dijo la lectora de la CCE: buena parte de ese resto está constituido por “rebuscados vericuetos y cloacas patéticas de sexo”, veamos:

“Traslado trapos como traslado deseo”
........................
“El resto es un violentarse de ácaros, larvas.”
...........................
“Acarician sus nalgas tumescentes,
lamen los tubos de sus intestinos.”
.............................
“La sarna brota por todo su cuerpo.”
.........................
“Esa carne envasada
nunca fue suya.”
.........................
“Un salivazo de rata en el ojo ciego”
.........................
“Ristras de senos ajados cuelgan”
..........................
“desbraguetado
babeante, apura la pierna despellejada del amor.”
.............................
Babea sobre sí mismo.
Los ojos de ella, redondos enteros,
penden de un gancho.
..............................
“Vi los labios flojos.”
............................
“Aguas mochas. Supuración constante.”
..........................
“hachas urgando la carne
desprendiéndola.”
...........................
“Carne moribunda, húmeda”
..........................
“chapoteando en picadillos de carne”
............................
“Bateando su tiempo
entre piojos aplastados.”
...................
“esta noche
envuelta en sangre y asco y miedo...”
...................
“Mete el dedo en la vulva despellejada
y aplasta.”
.......................
“La mano deja de frotar las piernas hinchadas”
......................
“Veo pus.
Salpicaduras de sangre, velas ciegas.”
.........................
“Viejas mujeres hacinadas
se retuercen heridas”
....................
“Vómito de borracho devastado,
puñales hieráticos, en restos de sangre.”
........................
“Los intestinos, el sebo,
las vísceras sobrantes.”

Si les parece algo morboso y cansino es porque así es. Muchos desatinos que hacen pesadas las cuatro páginas y un poquito más. Es verdad que no puede existir hilo argumental en un libro de poesía, y desde luego no lo hay en este, pero sí un sabor que brota de la espontaneidad del autor, mal sabor a sexo anormal, crueldad y miedo. Repito, con lo que he citado, que no es todo, hay exceso de suciedad dentro de las cuatro páginas y algo más, de versos, que tiene el libro.

Pero ¿por qué El Viaje tiene 80 páginas? Si les gana la curiosidad, mírenlo. La mayoría del espacio está en blanco. Hay estrofas de cuatro versitos (son pequeños) en una página, siempre en la pagina de la derecha, la de la izquierda (el reverso de cada una) está en blanco. Lo ya cuestionado: ¿que loca idea le hizo, al doctor Guerrero, creer que sus versos, que hemos conocido, tenían derecho a ocupar una mínima parte de página chuché, cada dos páginas? Y con plata ajena que a otros mezquina.

A los que van a decir que me he propuesto criticar esta obra porque su autor, el doctor Fabián Guerrero Obando, me citó a su oficina, dizqué para responder personalmente a mi solicitud y me dejó plantado, esperándolo casi una hora, frente a su despacho, y nunca llegó..., les digo que acertaron otra vez. Apoltronados en las instituciones de la cultura oficial, hay gente que hace y deshace olímpicamente de recursos, no tiene méritos para estar encaramados en puestos de responsabilidad y nadie les dice nada.

Los gestores de la cultura, generalmente pobres, somos tratados indignamente por los burócratas, nos hacen ir y venir con nuestras obras bajo el brazo, finalmente se niegan a apoyarnos. Algunos autores pobres insisten interminablemente, esperanzados en que los empleados que manejan los presupuestos se acuerden de ellos. Yo he querido cambiar de estilo, voy a reclamar el derecho a que las instituciones oficiales, cuyos fondos son de todos nosotros los ecuatorianos, atiendan mis solicitudes, y los voy a hacer de este modo: desnudando a estos tipos y exhibiéndolos ante la nación. Poco a poco, pero sin pausa, ya lo van a ver.

Debo anunciar que durante la espera tuve tiempo para escribir tres novelas cortas que estoy corrigiendo, se llaman El santo temor, La loba y Viaje al cielo, en cuanto termine de pulir una, iré a exigir que Rodríguez y Guerrero la publique, todas son muy buenas, tendrán que hacerlo.

Volviendo a la “poesía” de que estamos tratando, ella ha obtenido comentarios aparentemente favorables, y nada menos que de celebridades como Miguel Donoso Pareja, Francisco Proaño Arandi y Fernando Tinajero, cada uno ha escrito una nota para la contratapa de los libros de Guerrero, también ha hecho una el infaltable Marco Antonio Rodríguez de quien Guerrero es amigo, colega profesor en la Facultad de Comunicación Social, asesor de la presidencia de la CCE, su jefe de publicaciones y está aquí siendo puesto en la picota cultural por respaldarlo. Pero le ofrezco a Guerrero que no dejaré a su jefe sin lo suyo y próximamente me ocuparé rigurosamente de Jaula , lo prometo.

Resulta que, bondadosa o interesadamente, algunos se han prestado a hacerle el juego al poeta jefe de publicaciones de la CCE. Lo han hecho inteligentemente, sin duda, pero se nota de todas maneras la toreada. Miguel Donoso Pareja (contratapa de El Viaje ) dice, de la poesía de Guerrero, solamente que es “propositivamente áspera” “que pareciera bordear lo infernal”, con lo que andamos de acuerdo, pero sobre ella no dice más, el resto de la nota lo dedica a hablar de su propio sentir (de Pareja) sobre la pérdida del amor, la muerte, del viaje, etc., filosofa sobre las ideas que, supuestamente, hay en la poesía de Guerrero. Nos habría gustado que opinara sobre los versos.

Algo parecido hace nada menos que el pana Rodríguez (pana de Guerrero, mío nada que ver). Comienza diciendo que la poesía de su amigo es oscura, sin embargo de lo cual y de su silencio (llámase aquí “silencio” a la casi totalidad del libro que está en blanco) conserva su certeza (Atetheia llama Rodríguez a la certeza. Se adorna Rodríguez, del que no sospechábamos que fuese helenista). Luego dice que “el poeta no dilucida, no expone, no exhibe ¿para qué, por qué...?” Y él mismo se proporciona esta colosal respuesta: porque “la verdad del silencio es la verdad suprema de su poética” (las 70 páginas en blanco que tiene el libro Las Partes ).

Y Rodríguez confirma a continuación: “no vemos el silencio pero éste se cuela, invicto, agresivo, corrosivo, aniquilador, reduciéndonos a un amasijo de sueño, humo, nada.” Yo creo que a Rodríguez le hacen demasiado efecto las páginas en blanco. De todas maneras, nada dice sobre la letra en sí, habla de otra cosa. En algo estamos completamente de acuerdo: en que, con su poesía, “Guerrero no cesa de avanzar hacia lo más recóndito de él mismo...” Y como si fuese un elogio, Rodríguez concluye: “Guerrero Obando clausura toda luz y nos deja, despojos de nosotros mismos, absortos ante nuestra inermidad de ser y estar tal vez provistos únicamente para seguir buscando: ¿qué...? ustedes lectores y lectoras (sic), tienen la respuesta.” Lo dicho, A Rodríguez le hacen feo efecto estos versos. En cambio, yo creo que lo que el autor busca es prestigio de poeta, con poco aporte. Rodríguez, según afirma, y seguramente muchos “lectores y lectoras” quedamos en babia. Verá poeta lo que le ha dicho su pana.

Fernando Tinajero (en una cartulina que se adjunta a Las Partes a modo de poster) no tiene más remedio que hablar sobre el fondo áspero y oscuro de la poesía de Guerrero. Comienza refiriéndose a Descartes y al racionalismo “Qué nos queda de esa soberbia racionalista?” ... “partes de una totalidad despedazada”. Cita a Hölderlin, no se ve claramente para qué, quizás para justificar que “a veces (la poesía) no está solo en la palabra porque también habita los silencios.” Y aquí tenemos otra vez una elucubración artificiosa para poner en positivo la carencia de texto en en 80% del El Viaje. Tinajero casi cae en el ámbito de la broma cuando afirma “porque también habita (la poesía) los silencios que son indecibles, que no se pueden expresar.” Mire Guerrero, aquí se puede interpretar que el señor Tinajero afirma que usted no sabe como llenar tanta página vacía.

Por fin, Tinajero trata de poner luz en el ojo tuerto. dice en “solo un texto fragmentado”, disgregado en “enormes espacios blancos” la poesía podía expresarse. Dice Tinajero que en un texto como el suyo, que lo describe bien, “podía” manifestarse la poesía, no concretamente que, en su caso, lo hace.

De Zanja me ocuparé próximamente, pero no resisto la tentación de añadir aquí el comentario que le hace mi amigo Francisco Praño Arandi. También comprometido a hablar sobre la poesía de Guerrero (contratapa del libro), comienza por “los temas que atañen a la condición humana”, “el devenir inapelable de la existencia”, etc. Temas que serían preocupación de la poesía de Guerrero (no dice dónde ni cómo). Otra vez se comienza por lo abstracto (creo yo para referirse menos a lo concreto). Y como es ineludible el tema de los espacios en blanco que el poeta repite en sus libros como si fuese una gracia, Proaño los llama “silencios grávidos de significado”

Porque, después de El Viaje, Guerrero repitió la misma dosis con Las Partes, en el 2006. Como le funcionó la cosa en el mediocre o comprometido medio cultural que disimula cosas como estas, hizo un libro más grande y más gordo (100 páginas, papel cuché, claro; incluyó una enorme cartulina (30x42) con la nota de Fernando Tinajero, 6 reproducciones de pinturas, en cartulina cuché, ya no en blanco y negro sino a todo color, de Washington Mosquera. Como en su anterior libro, la mayoría está en blanco: de las cien páginas, unas ocho contienen versos. También en Las Partes hay destellos dispersos, como en este poemita que ocupa toda la página 10:

“Envuelto
cuerpo
nido
de
moscardas
hastiado
de
que
se
lo
palpe
a
tientas.”

Otro, que parece prosa pero tiene su gracia:

“Una vez existía un cuerpo grande y desangelado.
Sobrevivió al ataque.
Luego se fue quedando dormido
sobre un campo verde, negro.”

Pero más hay de lo otro, lo que parece decir más del poeta:

“Escroto amarillento,
secreciones,
sangre,
colchones amargos,
ninguna idea. Solo espasmos.
Es la babaza doliente del tiempo
subiéndose al corazón.”
Lo demás es lo que llamamos paja:
“Sobre ese muro blanco yace la vegiga”
....................
“Hay restos de esperma podrido
bombeándole el corazón.”
.....................
“Hay restos de supuraciones
y un escroto hecho tiras sobre sus aguas”
(esto ocupa toda la página 31)
..........................
“Mucho antes de este hombre a medio podrir.
En la embotellada música de la felicidad.
Estoy harto de este olor,
Velar esa explosión de bilis,
coronada de excrementos.”
..........................
Etcétera, etcétera.

Para qué seguir. Quiero concluir este divertido artículo con algunas citas:

1. “Para quienes trabajamos en la CCE, la cultura es el bien común en cada pueblo; expresión de su dignidad, libertad y creatividad, factor de paz, desarrollo social, recurso de identidad, antídoto, el más eficiente y eficaz, para oponerse a regionalismos, racismos, xenofobias, elitismos y dogmatismos” Fabián Guerrero Obando, parte de su ponencia en la 8va Bienal Internacional del Libro, a la que asistió en representación de la CCE. A cumplir, don Fabián.

2. “Llámete quien te conoce
Mondonguero del Parnaso
Pues vaciar y llenar vientres
Tienes solamente a cargo.”

Tranquilo don Fabían, no fue hecho para usted, se trata de un poetazo, Quevedo, contra otro poetazo, Góngora.

3. Otros del mismo autor y también para Góngora:

Y para adelante digo
Que te enmiendes de tus cargos,
Y pues eres manicorto,
No seas tan lengüilargo.
Y adviértote que si respondes
A estos versos, mentecato,
Que te aguarda por respuesta
Otro romance más largo.

Usted nunca imaginó que alguien escribiría tantas páginas sobre su obra ¿verdad señor Guerrero?

Nicolás Jiménez Mendoza

martes, 3 de noviembre de 2009

Evidencias de la exclusión oficial

Algunos funcionarios que excluyeron mi novela La Obra y los duendes ecuatoriales, hipócritamente, han querido negar esta realidad, entre ellos, Rodríguez y Fabián Guerrero de la Casa de la Cultura. A continuación publico documentos que evidencian el boicot.

El tratamiento que el Ministerio de Cultura de la "Revolución Ciudadana", el Municipio de Quito en la era Moncayo, Miguel Mora Witt, Carlos Pallares y la Casa de la Cultura de Antonio Rodríguez y Fabián Guerrero, todos decidiendo sobre la cultura, de dieron a mi novela La Obra y los duendes ecuatoriales, tuvo algo de infame, de grotesco y de cómico.

Ahora con esfuerzo propio y ayuda de amigos he publicado la novela, no está demás documentar un poco los procesos mediante los cuales estos señores adueñados de las instituciones, el poder y los fondos, aprovecharon para sí y los suyos y marginaron un libro que será definitivo a la hora de entender a nuestra nación en el presente y hacia el futuro.

Los documentos se explican por sí mismos. El señor Pallares del Fonsal, alto empleado municipal, objetó que la novela nada tenía que ver con el bicentenario en febrero/09; cuando le informaron que más bien aportaba un sentido a los acontecimientos de la fecha, alevosamente no respondió hasta después de varios meses, para decir que el presupuesto para publicaciones se había agotado en el Fonsal.








lunes, 10 de agosto de 2009

Críticas y comentarios a la novela La Obra y los Duendes ecuatoriales del escritor Nicolás Jiménez Mendoza (En este momento aún inédita)

Editorial “El Conejo” - Informe sobre la novela “La Obra y los duendes ecuatoriales” de Nicolás Jiménez Mendoza.
Quito, marzo 25 del 2009

Sinopsis

La obra y los duendes ecuatoriales es una novela con varios matices.
Debido a su complejidad, sería casi injusto reducirla a un resumen simplificador. El texto, en sí, está conformado por varios relatos que se suceden yuxtaponen y se encuentran para formar un todo coherente. Sin embargo, se puede decir que la novela se centra, en su mayoría, en los hechos alrededor del Jasirato (o el gobierno de Jamil Mahuad) y su contexto político, económico, social, etc. Los diferentes personajes de los disímiles relatos confluyen en un halo de corrupción que envuelve a la ciudad de Quito. Muchos van con la corriente que, depredadora, arrastra a los débiles y codiciosos por un río interminable de podredumbre. Los insólitos nexos entre medios de comunicación, instituciones religiosas, privadas, públicas, extranjeras y sicariatos hacen de este texto una novela que muestra el complot detrás del gobierno de Mahuad y desenmascara una ideología heredada que macera y corrompe a la sociedad, incluso, desde sus remotos principios coloniales. Al final, muchos terminarán por destruirse en su “ley”, no obstante, la esperanza reposará en unos pocos duendes benévolos, que estpan dispuestos a hacer obra en medio del ruinoso escenario.

Análisis

Ya que la novela hace alarde de una riqueza narrativa evidente y que los elementos a analizar son muchos, se tratará, en la medida de lo posible, de destacar los más relevantes de acuerdo al propósito de esta crítica, que consiste en la aprobación o desaprobación del texto.

Antes de entrar en lo meramente narrativo, lo que llama la atención a primera vista es la extensión del libro. Los autores en la actualidad, se inclinan por la narración de relatos más cortos y de lectura ágil. Es más, algunos escritores, conocidos por sus relatos extensos han realizado nuevos relatos mucho más cortos. Es el caso de García Márquez, quien ha realizado una última publicación como “Diario de mis putas tristes” que tan solo consta de noventa páginas. El libro de Jiménez tiene una extensión de seiscientas sesenta y dos páginas en formato de “Word”, lo que quiere decir que en formato de diagramación es probable que supere las mil páginas. Sin embargo, es más sorprendente aún, la versatilidad y destreza del autor para crear un libro de esa extensión para que además resulte entretenido y apasionante a lo largo (y ancho) del mismo, Si bien, en algunos momentos, los varios relatos que componen esta novela repiten algunos de los sucesos narrados, es un libro que justifica su extensión a través de la riqueza de datos históricos, personajes (tanto históricos como ficcionales), lugares de Quito donde se desenvuelven las tramas y la habilidad con la que se relata desde varios puntos de vista narrativos.

El título de la novela resulta por momentos desconcertante. Los duendes (personajes que aparecen descritos con ese epíteto) aparecen en las páginas 33, 68, 307, 506 y 542. En ocasiones se muestra a los mestizos en parangón directo con la calidad de duendes, de estos, hay duendes benevolentes y “duendecillos perversos”. Al parecer, de acuerdo a esta categoría, su “obra” es también honesta o corrupta. Esta adscripción se refleja también en los personajes aunque, la gran mayoría, estaría dentro de la categoría de la perversión; es aquí donde se encuentra lo desconcertante del ítulo; la novela (que también puede ser llamada obra) muestra, en realidad, la debacle, el detrioro y la zozobra que reinaron en el Ecuador de finales de los noventa, el efecto latente por la causa del más grande latrocinio gubernamental de los últimos setenta años. La “obra” sería entosces un sarcasmo referente a la creación, el resultado de este obrar desmedido de vivos y sapos (o duendes perversos) que para señalar el sarcasmo y la paradoja, no fue más que una flagrante destrucción. Por el lado de los duendes correctos, que aparecen de forma muy esporádica, su “obra” es todavía una deuda, un esfuerzo meritorio y loable que no pasa de ser, aún, una promesa pendiente.

En cuanto a lo espacio-temporal, se mencionó en la sinopsis que la historia se desarrolla, en gran parte, a finales de los noventa, en particular, alrededor del gobierno de Mahuad. Pero este espacio y este tiempo son, en relidad, un eje donde convergen las demás historias, pues algunas relatan hechos y crónicas inclluso de 1787, atravesados por los comentarios de personajes contemporáneos (Aidé y el doctor Celio Santos, duendes buenos, dicho sea de paso) y su apreciación sobre la herencia burocrática, maligna e hipócrita, que, hasta los presentes días, no es posible sanear. En otras instancias, el discurrir narrativo abarca la historia de algunos personajes desde su niñez, así, crecen y se desarrollan, unos fructíferamente, otros devienen malévolos residuos de heredades paternas con sus consecuentes autodestruciones. La segunda mitad del siglo veinte acogerá las historias de pequeños duendes que irán forjando, bajo distintas condicionantes, su destino.

Quito es el escenario donde convergen estos seres, alienados unos, en pugna otros, contagiados de deslealtad y voracidad el resto. El centro de la ciudad es el primigenio ambiente que, de a poco, trueca y muta hacia un horizonte distinto en el norte, donde “el buen vivir” se manifiesta a través de la preferencia de los potentados y nuevos burgueses que el creciente comercio (y la coima) ha producido en la capital.

Con respecto a la narración en sí misma, la novela se podría separar en diez acápites, cada uno de los cuales posee su propio (o propios) narrador(es) y un tono distintivo que lo diferencia y caracteriza. Para darle mayores pautas al lector con respecto a la historia y su narración particular, el autor ha separado a estos acápites por medio de algunos signos gráficos: pequeñas llaves, conchas, ojos, entre otros que separan el fin de un acápite y el principio del siguiente. Son en total diez historias, con sus respectivos signos gráficos, sus narradores y sus hechos particulares los que conforman la novela. A cada signo se lo puede seguir, por separado, a través de los diecinueve capítulos que conforman el libro, en otras palabras, cada uno de los diez diferentes relatos funcionan de forma separada y coherente, como si fueran diez pequeñas novelas que unidas conforman y estructuran un contexto ficcional-histórico que, a su vez, describe un micromundo capaz de recrear la ciudad desde sus más heterogéneos testigos. Así, se puede encontrar a diferentes quiteños compartiendo sus ideas políticas, sociales, históricas en la taberna de Agustín. Se puede leer crónicas muy antiguas de la ciudad con distintos personajes-testigos que dan testimonio de un asesinato en supuestos documentos escritos en español de la época.

En otro diálogo (casi un monólogo) un ecuatoriano aparece contándole a un ciudadano de Baviera, Hans Overbeck, punto por punto, los pormenores de todo lo sucedido en el gobierno y derrocamiento de Mahuad (Jasir Abdul) y toda la maraña de trampas, tranzas y relaciones de poder que se crearon parara confabular en uno de los períodos más nefastos de la historia política del país. De esta manera, se produce una polifonía, un coro de voces que se alternan para construir varios puntos de vista sobre la “realidad” de país de la época. Incluso, una de las múltiples voces (de los tantos personajes) que agrega su perspectiva es “EL AUTOR”, quizás al puro estilo de Alfred Hitchchock en el cine, de Ernesto Sábato en la literatura (sobre todo en Abadón el exterminador) y Stan Lee en los comics, Jiménez utiliza un personaje que, probablemente, le permite estar en su propia novela en calidad de personaje y la justifica desde el punto de vista de su propio creador, así lo describe en varios fragmentos como los siguientes:

 “Quiero compensar al mundo por lo inútil y gravoso que he sido en mi vida. Quiero justificar mi existencia” (Jiménez, 518)
 “Quiero elevar la conciencia de mi pueblo, para que asuma el destino que me corresponde” (Jiménez, 552)
 “Quiero también reivindicar lo respetable que soy: ecuatoriano, pobre,mestizo y sin títulos.” ( Jiménez, 619)

Hay variadas voces que matizan el relato en “la taberna” y se las escucha como al pasar, como si se volteara la atención auditiva y perceptiva hacia varias personas de forma aleatoria y, en medio de pequeños silencios, se recibiera una motivación distinta, una nueva razón para concebir a la vida de manera diferente. Por ahí, detrás del coloquio popular se puede escuchar, además, a los más grandes cantautores de un género musical que es también popular, la salsa, resonando y de alguna manera uniéndose al contexto político y conversacional : “BLADES: por tu mala maña de irte sin pagar...” (Jiménez, 555)

Otro elemento que es importante destacar es que existen en el texto muchos personajes que son fácilmente reconocibles por determinadas características físicas, funciones en el gobierno e historia pública en general, sin embargo, son nombrados a través de pseúdonimos. Así, Jamil Mahuad es Jasir abdul, El Rey es León Febres- Cordero, Paco Moncayo es Cayo Legarda, etc. Los mencionados personajes se relacionan con muchos otros que son ficcionales (¿en su totalidad?) y que a través de los pseúdonimos se confunden e interaccionan con ellos. Otro gran logro de esta novela. como último factor a analizar, es fundamental subrayar uno de los hilos conductores de la novela y, en adición, uno de los conceptos más importantes desarrollado por el autor. La desconfianza, la deslealtad y la corrupción, en sí mismas, se han convertido en una condición tanto heredada como adquirida, “la longuitud” de ser “longo” no se refiere a una cuestión racial per se, es, más bien, una muestra de antiguas condicionantes que hacen del ecuatoriano un ser codicioso, un vivo, un sapo. Se explica en algunos fragmentos cómo el mestizo, bastardo en su génesis, desconfía de sus propios padres, debe hallar un lugar, un espacio pues no pertenece ni a blancos ni a indios. Su búsqueda de nobleza a través del dinero se va transformando en una obsesión por el dinero que se manifiesta hasta los presentes días donde longos reiteran su modesta ambición de arribar, empujando, polucionando, dañando”. Es una condición destructiva, común y hasta aceptada por la gran mayoría, un quiste cultural que torna improbable (pero no imposible) un saneamiento del país.

Aidé Izaguirre manifiesta en “la taberna”:
Somos lo nuevo, Lo nuevo es nuestro mestizaje, no podemos deshacernos del peso de la Longuitud. Longo es una categoría cultural, no étnica, que señala deficiencias en el modo cómo nos concebimos y enfrentamos a los demás y a la naturaleza. El lado oscuro del genio nacional, como se decía antes. Hay siempre malformaciones, dolorosas frustraciones históricas, que inducen a conductas viles. ( Jiménez, 519)

El texto está muy bien logrado. Los personajes y sus voces reflejan coherencia y, más aún, mucha solvencia narrativa. Resulta una crítica altisonante que apuesta por concientizar al lector huidizo y /o desinteresado, en fin una valiente propuesta con el potencial suficiente para convertirse en una novela, sobre la nación, de trascendencia.
Felicitaciones al autor. Se recomienda la publicación de este libro.

El lector.


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De la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” -
Presidencia del Dr. Marco Antonio Rodríguez

Quito, julio 23 de 2009

Oficio No.016 DP-CCE

Señor
Nicolás Jiménez Mendoza:
Reciba mi respetuoso saludo. Anexo para su conocimiento el informe sobre su novela La obra y los duendes ecuatoriales de la comisión lectora de la institución.
Atentamente,
Dr. Fabián Guerrero Obando
DIRECTOR DE PUBLICACIONES

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Informe de lectura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana sobre la novela "La Obra y los duendes ecuatoriales"

“La obra y los duendes ecuatoriales”, de Nicolás Jiménez Mendoza es una novela de 664 páginas, publicada en septiembre del 2007 en “Ediciones Legarda” en Quito.

Este voluminoso libro, estructurado en 4 partes con 19 capítulos es realmente la biografía de una sociedad inestable políticamente, culturalmente pobre y humanamente desorganizada y desorientada. Y esta sociedad es la nuestra, la ecuatoriana.

El autor matiza la trama con episodios eróticos, escenas de carácter histórico y mordaces cuadros de gente que jugó un rol especial en su vida: maestros, condiscípulos, vecinos, amigos de taberna y mujeres de toda condición; no se escapan curas morbosos, burócratas corruptos y políticos desatinados.

La técnica de camuflaje de los hechos reales y los cientos de nombres hace un tanto densa la ambientación y cansino su desenlace.

Por otro lado, el autor inserta personajes estáticos que hablan, como en el teatro, modalidad que es totalmente inusual en el género novelesco.

El material es desigual en forma y contenido. Parecería que se pretende usar la técnica del relato múltiple, pero no acierta en imbricar amenamente los hechos.

El asunto mismo asoma desordenado y la temática política de ninguna manera ayuda a ser testimonio importante de una nación “ingobernable”. Del mismo modo se podría opinar de lo erótico. Todos los rebuscados vericuetos y cloacas patéticas de sexo no contribuyen a desinhibir la narración ni a inyectarle un espontáneo sabor.

Sataniza al gobierno de Yamil Mahuad con todos sus altibajos, aciertos, desaciertos, enfrentamientos, sucesos administrativos, compromisos internacionales,retos sociales,etc.
Bien pudo Jiménez Mendoza con todo este amontonamiento de situaciones elaborar más de un libro anecdótico, con urdimbre y extensiones asequibles a todo nivel de lectores. También pudo estructurar una autobiografía.

Asoma entre los diálogos párrafos y transcripciones arcaicas de actas legales que hacen referencia a los gobiernos locales y seccionales. Estas lectura vuelven pesado y ahogan el hilo argumental.

Tal vez con esta superposición de planos narrativos quiera el autor premeditadamente entrar en una modalidad abrumante de hechos y personajes.

La obra tiene más de un protagonista narrador. Pues los hechos se cuentan en primera y tercera persona. Con la tercera narra ironiza los hechos políticos, sus corrupciones y miserias morales, la quiebra del sistema financiero, el desprestigio de los medios de comunicación, la vida citadina, las costumbres y cotidiano ritmo de ciertas familias notables de la capital.

Con la primera persona narra sus propias experiencias, aventuras, situaciones burocráticas, morbo y deslealtades así como crónicas de carácter oficial.

Jiménez pudo evitar esta multiplicidad de tramas y técnicas y elaborar como ya dijimos argumentos separados que conformarían igualmente novelas independientes.

La Comisión
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De Ediciones Legarda, sobre la novela “La Obra y los Duendes Ecuatoriales
Quito, junio 24 del 2009

Señores
Ediciones Bernardo de Legarda

La novela La Obra y los duendes ecuatoriales es la más ambiciosa propuesta que se ha hecho sobre la nación mestiza y su destino.

Frente a la insulsa prédica de heroísmos y santidades tan poco probables, el autor de la Obra nos muestra sobre qué fundar nuestra identidad y desarrollar el carácter nacional. A partir de una facetada y profunda imagen de lo que somos, más allá y más acá de las versiones históricas que ya no convencen, de moralismos hipócritas y de los supuestos prototipos de hombres y mujeres con quienes muy poco nos sentimos representados ni en la historia ni en la actualidad; solamente a partir de la presencia lacerante, de nuestro origen marcado por el desprecio racial, de nuestra historia de parias que llegan a conquistar a medias su propio territorio, será posible que nos construyamos.

Los historiadores tradicionales se olvidan, para dedicarse a echar ditirambos y flores a unos sobresalientes a los que conviene seguir ensalzando, se olvidan, decíamos, de la nación, de la comunidad de familias que unidas por la cultura tienen que hacerse cargo del territorio y asumir un destino que señalar a los hijos de los hijos, Jiménez asume que lo primero es reconocernos, así nos duela, porque entonces a partir de la verdad podremos superarnos.

La novela de Jiménez nos presenta en extenso la vida del chulla quiteño que realmente existió, su biografía, para decirnos que encarna a la clase media de la nación mestiza, es el hombre que es de determinada manera porque quiere ser de otra. El chulla quiteño que nos presenta la Obra no viene del folklore, ni del rumor tradicional, sino de la realidad. Allí están, Plinio López, el Mosquito Yerovi, Fausto González, César Pardo, el Terrible Martínez... Son protagonistas de la vida quiteña, con nombres y apellidos, que se presentan para insinuarnos que nos identifiquemos con lo sublime, lo trágico y hasta ridículo de su existencia. Somos hijos de chullas, padres de chullas, nietos de chullas. Nos hemos preciado alguna vez de ser íntimos de los chullas sino uno de ellos. Entonces, en la Obra de Jiménez nos miremos.

A través de sus páginas, desde el ángulo demoledor del futuro, se quita el maquillaje al sistema “democracia”, sus mecanismos, sus trampas disfrazadas de ideología. Esta Obra propone una alternativa humanista, antipoder, desde el reconocimiento identitario, una construcción nacional en planta, una permanente creación y búsqueda del sentido de la vida. Esta Obra estaría en marcha pero lejos de estrenarse plenamente, es una esperanza. La denuncia de la falsedad del sistema es implacable, consiste principalmente en mostrar hechos y protagonistas aparecidos en los diarios y en los comentarios que, sobre aquellos, hacen otros personajes con cáustico humor quiteño.

En cuanto a los recursos literarios, aúna magistralmente monólogos, diálogos, descripciones realistas, moviéndose ágilmente en los tiempos del lenguaje, con un acentuado “joycianismo” tanto en la estructura como en el trazo de personajes que desde su falta de protagonismo social y desde hechos que podrían verse como comunes, proponen líneas plenas de sentido y significado. Esta apelación a Joyce, que se recoge desde hace mucho en el quehacer artístico del cine, la caricatura, y la literatura misma, así la inclusión de personajes, reales o ficticios, en escenarios teatralizados, y la derivación de este recurso al aparecer el propio autor en su obra, son utilizadas en la novela de Jiménez, que se integra así a la tradición literaria universal, raíz nutricia de la cultura de todos los pueblos.

Otro punto de realce es el universo integrado y coherente que se logra, un todo donde tiene convergencia el tiempo, desde aquellos fines del siglo XVIII, tiempo de Espejo, hasta el paso del siglo XXI, la geografía influyente de la montaña, los sitios, las calles, la gente, duendes, hasta la simbólica del título, subtítulos y grafías.

Se han multiplicado los tratados sobre nuestra identidad y nuestras señas, contamos con notables ensayos de notables relatores. La pregunta que resulta insoslayable es ¿por qué los novelistas no han podido expresar sus puntos de vista mediante el relato y para hacerlo tuvieron que convertirse en sociólogos? Posiblemente esas conversiones se debieron a un exceso de cautela o de comedimiento. Al hacer novelas históricas y políticas, se tiene que señalar protagonistas, y entre los protagonistas, sin duda, hay amigos, parientes o antepasados del escritor, o de sus colegas, socios y demás. Y muchos de los posibles personajes de la novela histórica, son parientes o amigos de los poderosos que están vigentes. Qué lío. Por esto, es preferible y conveniente hacer abstracciones, referirse a categorías, hablar de generalidades y concluir dictando sentencias morales, pecadores impersonales: la señora en supermercado, el político en el ministerio, el comerciante y el contrabando, el sueldo de los militares, etc. Por fin hay un libro que es ante todo una novela histórica, que tiene propuestas de libertad y que no evade la realidad, que tiene protagonistas concretos, visibles hasta para los más desentendidos. Este libro tiene la intensidad y la fuerza de la historia tejida con la literatura, pero además la narración nos lleva de la risa al llanto con el talento de un autor que maneja el humor y la ironía con gran originalidad.

Es una novela larga, apasionante, el autor consigue mantener el interés del lector avanzando dinámicamente en cada una de las diez historias que forman parte de la Obra, a la vez que entrelaza inteligentemente cada una de ellas en un torrente total de acción y comentarios. La vida de la nación está detallada como en un inmenso mural, donde todos tienen voz, en el que no falta nadie, cada quien con la fuerza de su drama. Es también el testimonio de lo que fuimos a finales del siglo XX, cuando la brutal crisis mahuadista nos precipitó a la globalización de la competencia atroz y el consumo desvergonzado. Y con ese testimonio propone también, a la nación, una alternativa, libertaria, anárquica en el sentido humanista, no político, que impida que nos sumamos en la nada del mundo y nos haga triunfar sobre nosotros mismos para seguir teniendo destino propio en la historia futura.

Estos son algunos aspectos de la Obra de Jiménez que nos han parecido dignos de ser resaltados; tiene otros, como su extensión, crudeza y complejidad estructural, que podrían hacerla difícil para algunos lectores, pero son de poca importancia ante sus alcances positivos. Recomendamos efusivamente la publicación de este libro que es sin duda la gran novela ecuatoriana de la nación mestiza.

Comisión de lectura
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Del Gobierno de la Provincia de Pichincha -
Quito, 15 de junio del 2009
Señor
Nicolás Jiménez Mendoza

Atendiendo a la solicitud formulada por usted, para que el Gobierno de la Provincia de Pichincha auspicie la publicación de la novela de su autoría “La Obra y los Duendes Ecuatoriales”, el Consejo Editorial de la Corporación recomendó favorablemente su publicación para una fecha futura, en vista de que la institución enfrenta una restricción presupuestaria, debido a la situación económica que vive el país.
Gustavo Baroja N.

Prefecto de la Provincia
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Gente libertaria, sapos, respetables funcionarios, burócratas ellas y ellos, poetas, artistas plásticos, les invitamos a saltar a la estaca, sus comentarios tendrán la atención que merecen.

El caso de "La Obra y los Duendes Ecuatoriales" de Nicolás Jiménez Mendoza

Ya lo tiene claro todo el mundo: las contradicciones, que se manifiestan en múltiples polémicas, entre el presidente Rafael Correa en las áreas política y económica, casi no existen en el ámbito cultural ¿a qué se debe esta curiosa diferencia? Se debe a que los intelectuales, a la vez burócratas de siempre (y sus amigos recientes), siguen bien instalados, a que los agentes culturales independientes y críticos están excluidos de las instancias públicas y de los medios de comunicación.
Los partidarios del presidente que gravitan en los altos puestos de la Casa de la cultura y los gobiernos seccionales, en Quito y provincias, y han hecho fama de artistas e intelectuales, permanecen silenciosos, a pesar de que están bien tratados por la "prensa corrupta", a la vez que por los presupuestos e instituciones oficiales. Allí los tenemos, con sus famas a cuestas, respetados por sus colegas periodistas, publicitados, prestigiados y sin definirse.
Se encuentran de todos los pelajes, incluidos en los roles de pago y en la palestra cultural de la Revolución ciudadana. Aparecen políticamente neutros, salvo algunos a quienes no les ha quedado más remedio que ganarse el pan en el partido de gobierno. Pero hay, más que otros, mahuadistas, también de la izquierda democrática y socialcristianos.
Los que apenas tenían desempeños modestos en las tarimas, hacían películas y teatro de mala calidad, producían libros de seis páginas embutidas en ochenta páginas, papel cocheé, llenas de dibujos y colorines, están ahí, colaborando y publicando, saliendo del país a cantar, produciendo bodrios a razón de millón y medio por pieza. Son los mismos que recibieron plata de Durán, Alarcón y Mahuad, y vayamos a ver lo que han producido. El presidente de la Casa de la Cultura de Quito que está celebrando los quince años de "Jaula" con tres nuevas ediciones, a todo lujo, con ilustraciones de un pintor caro. ¡Quince años! ¡De Jaula!
El aspecto de buena parte de la producción cultural en el Ecuador de los últimos años es de regular a mala, en todos los campos. La hay también muy buena, aunque la más presentable es de los sesenta hacia atrás, como la de Adoum que se había ganado el prestigio con lo de antaño. Pero la producción mediocre está siempre famoseada por los medios cuyas secciones culturales están a cargo de los mismos o de amigos de los mismos. "Yo digo que eres estupendo y tu bodrio genial, tú dices que mi bodrio es estupendo y yo soy genial" es la consigna solidaria del poder cultural.
Pero a nadie le conviene solamente la lisonja sin longaniza, hay que estar en el presupuesto, y como la plata presupuestada no es infinita, se hace necesario excluir a los otros. Los otros son particularmente indeseables por sus aspiraciones a ser beneficiados por el presupuesto que ya tiene dueños, los de siempre.
Así explicamos nosotros, en primer lugar que la novela "La Obra y los Duendes Ecuatoriales" la hayan marginado la casa de la Cultura de los doctores Marco Antonio Rodríguez (nebotiano en 1996) y Fabián Guerrero Obando, el Consejo Provincial de Pichincha (cuyo titular, el ex izquierda democrática, Baroja, suspendió hasta fecha no definida la edición del libro a pesar de ser declarada de interés del gobierno provincial); y el Municipio Metropolitano de Quito de Moncayo, Mora Witt (desde luego) y Noriega. Pero también se explica el boicot a la publicación de "a Obra y los Duendes Ecuatoriales" porque se trata de una denuncia de la farsa cultural en el país, con varios personajes de la novela con que se han identificado los de siempre, que están en todos los organismos citados, o identifican a algún patrón intelectual o compañero del gremio. Pallares no permitió que se haga en el FONSAL una lectura de la novela, hizo exclusión del autor. El el Consejo Provincial se leyó la obra y la comisión la aprobó, pero Baroja volvió de la campaña y suspendió la impresión de la misma, dijo que el Consejo estaba sin plata. El Ministerio no calificó la novela, dijo que el "proyecto", el relleno de un formulario, no estuvo al gusto de algún empleado y la Casa de la Cultura consiguió un informe que ni aprueba ni desaprueba la impresión, se ve a la legua que Rodríguez y Guerrero(compadres de la Facultad, bien conocidos) no la quieren publicar, pero no se arriesgan a decirlo, ya que deberán explicarse ¿y qué "razones" van a inventar?
Pese al boicot universal en los organismos oficiales que traicionando la doctrina del presidente Correa, al que dicen servir y del que se dicen colaboradores, que se ha denunciado excluyendo mi novela. Ellos, los mismos que cobran sueldo para publicar los buenos libros que en el país se escriben y no son conocidos porque, desde los altos cargos, gastan plata solo en sí mismos (papel brillante, seis páginas estiradas en cuarenta cocheé y colorines) y no dejan para los demás que sin duda hacen trabajos mejores que los de ellos. Pero el boicot, digo. La Obra y los duendes ecuatoriales va a ser publicada, con recursos particulares y personales. Hemos conseguido donaciones y un crédito comercial, la novela va aparecer y pronto estará a la venta en el país. La lectura de la novela está recomendada desde ya por el boicot de los de siempre. Nos honra hacer constar estos antecedentes en el pedigrí del libro: si aquellos han tratado de impedir que la Obra aparezca, la obra es buena, así que invitamos a todo el mundo a leerla.

¿Por qué estamos aquí?

En el Ecuador, la cultura oficial copa todos los espacios masivos de difusión, si no lo hace directamente, le representan los intelectuales y artistas, siempre los mismos que están vinculados al poder político o dependientes de él. Este blog se compromete a criticar severamente, desde el punto de vista de la cultura nacional y popular, a los asuntos y eventos con que la burocracia y las oligarquías culturales alienan la conciencia social.