domingo, 31 de julio de 2011

LA PRENSA CALLA

Se van a cumplir dos años desde el aparecimiento de la novela “La Obra y los duendes ecuatoriales” de Nicolás Jiménez Mendoza. Los medios de comunicación y sus colaboradores han evitado sistemáticamente comentar el libro. Hemos enviado boletines solicitando comentarios y ellos no lo han hecho. No hay explicación, incluso han incumplido después de darnos una primera respuesta positiva.

Entre los pocos comentarios públicos que hemos registrado están los siguientes:

La Obra y los duendes ecuatoriales:“Audaz novela, obra clave en las letras ecuatorianas contemporáneas y merece la atención de lectores y críticos. Texto totalizador, propone valores de la legítima cultura popular mestiza” (Peter Thomas).

“Satisface al lector incisivo, se lee sin descansos, obra de buena factura y tino” (Walter Franco).

“Voluminoso libro, texto muy bien logrado y gran solvencia narrativa, apuesta a convertirse en la novela de la nación” (Revista Cosas).

“Novela de ficción histórica, analiza los vericuetos del poder, despelleja al gobierno de Mahuad y sus movidas” (Eduardo Naranjo).

“Su trama intensa y fuerte, como la historia, expuesta con poderosa literatura. Leerla nos lleva de la risa al llanto, porque Jiménez ha manejado el humos y la ironía con originalidad y talento” (Ediciones Legarda).

“Valiente propuesta con el potencial suficiente para convertirse en una novela sobre la nación, de trascendencia” (Editorial El Conejo).

“Novela monumental. Nos señala al poder político deshilachado por los mordiscos despiadados del poder económico” (Juan Montaño).

“Una delicia, porque la obra es buena, para un voraz consumidor de las páginas impresas. Novela mayor, como se diría, una especie de “Ulyses” a la ecuatoriana. Disecciona con humorismo, ironía pero también con amarga pluma la serie de taras, ridiculeces, pillerías, supercherías y timos que aquejan a la quiteñidad y a todos los duendes ecuatoriales sin distingos de color, sexo y religión o política” (Eliécer Cárdenas).

Parecía que, con estas pistas, los críticos empleados en los medios y en las dependencias oficiales debían interesarse en la Obra. Entonces ¿por qué, quienes tienen la obligación de referirse a lo importante de la cultura nacional, no se han ocupado del libro?

Creemos que no lo han hecho porque en la novela “La Obra y los duendes ecuatoriales” hay crítica a los periódicos, radios y televisoras, por expresos casos de corrupción profesional en que han incurrido, también porque se critica ácidamente la impostura de periodistas, intelectuales y políticos conocidos.

Aquellos que tienen la obligación de comentar las buenas obras nacionales, como la novela que citamos, no lo han hecho porque temen ser reprimidos por los medios y causar enojo en sus colegas señalados como corruptos. No cabe otra explicación que su dependencia al sistema envilecido.

Las páginas de los diarios que necesitan llenarse con algo, traen noticias y referencia a libros y autores extranjeros que las editoriales necesitan promover para mejorar el negocio y dispersar la atención colectiva. Se nota que los editores de páginas culturales, también uno que tiene programas “culturales” en una radio, lo que hacen es reproducir la propaganda de las editoriales. Se habla sobre libros, autores y temas ajenos a nuestra realidad, que nos aculturan muchas veces. Todo con tal de evitarse complicaciones con obras renovadoras y comprometedoras.

El autor ha dado muestras de no temer el enojo de los intelectuales, empleados en organismos oficiales o no, nosotros tampoco los tememos, por eso mencionaremos a los incumplidos, poco a poco, señalando en cada caso la técnica de su elusión y de su evasión. Por el momento, citaremos a Rubén Darío Buitrón, resbaloso como un sapo, ha transitado por varios medios, buscando mejor acomodo, ahora uno de los grandes de El Comercio; ha evitado contestar nuestra solicitud mediante el silencio. El silencio es la más común y menos valiente de las estrategias. Este caso manifiesta lo poco válida que es la defensa de la libertad de expresión que hacen los medios frente al gobierno.

Ediciones Legarda.

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